DESEMPLEO: UNA FUERTE CRISIS EMOCIONAL
DESEMPLEO: UNA FUERTE CRISIS EMOCIONAL
Del Departamento de Gestión de Talento
La crisis profesional por COVID-19, ha sido devastadora. De acuerdo con el INEGI la tasa de desempleo aumentó en el primer trimestre del 2021 4.4%. Muchos profesionistas han perdido sus empleos y, como consecuencia, han tenido que reducir gastos que van desde las salidas de los fines de semana, hasta lo elemental como la educación de los hijos.
Estar desempleado no es sencillo e implica muchas emociones que no estamos acostumbrados a manejar. Varios autores recalcan los efectos en la salud mental, y no es de sorprender que una de las principales consecuencias sea la depresión causada, entre otras, por tener una forma de vida que se resume en “vivir para trabajar”. Por otro lado, están las personas que entienden que el trabajo no es sólo el ingreso pero que genera identidad, estructura, compromiso ideológico y oportunidad de desarrollo; para estas personas el desempleo compromete también su estado psicológico y estabilidad mental.
Como cualquier pérdida, el desempleo se vive en etapas que se marcan de acuerdo con el tiempo. Es decir, una persona que lleva seis meses desempleado no tendrá las mismas emociones, pensamientos y conductas que una persona que lleva más de un año sin encontrar trabajo. Yáñez (2005), afirma que en los primeros seis meses las personas atraviesan una crisis, pero no una crisis aguda. En esta etapa las personas intentan demostrarse que aún tienen el control de la situación en parte porque aún tienen una parte de su liquidación, y se sienten muy entusiastas al pensar que es una oportunidad de encontrar algo nuevo y mejor. Después del sexto mes y hasta el mes 12, los síntomas de crisis se van agravando y, en su mayoría, hay un profundo sentimiento de culpa y vergüenza. Después del primer año, las crisis nerviosas, ataques de pánico y la depresión aguda se desencadenan a partir de constantes pensamientos de fracaso y falta de esperanza. Si pasan más de 24 meses, las personas entran en un periodo de resignación. A estas personas se les ve constantemente apáticos y dejan de buscar un empleo para no vivir más rechazos. En esta última etapa las personas tienen sentimientos de vacío emocional y desvalorización que los podrían llevar, en los casos más graves, hasta al suicidio.
“No vivo para trabajar y no soy mi trabajo”
Algo que debemos mantener en mente es que la posición en nuestro trabajo, el sueldo que percibimos o el desempleo no nos hacen más o menos importantes como personas. Todos somos dignos y respetables por el simple hecho de ser humanos. Cuando permitimos que nuestro trabajo nos defina al 100%, tendremos muchos desequilibrios emocionales cuando tengamos conflictos en el mismo o, peor aún, lo perdamos por completo. Como decía antes, pensar que nuestro trabajo lo es todo dañará nuestra autoimagen y autoestima y tendremos una pobre percepción de nosotros mismos.
No hacer de nuestro trabajo nuestra vida, evitará que en el momento del impacto perdamos la capacidad de vernos como seres productivos y merecedores de respeto. Las habilidades o herramientas emocionales obtenidas previo a un evento de este tipo serán fundamentales en el momento de vivirlo. Además, una variable realmente importante que afectará la vivencia será la red de apoyo que hayamos construido. Si nos enfocamos sólo en trabajar y abandonamos las actividades sociales y con ello a nuestros amigos o familiares, en el momento del desempleo tendrás poco apoyo social. Por lo contrario, si tu red apoyo es firme ellos afirmarán tu identidad y te harán sentir cuidado, valorado y estimado por lo que eres y no por lo que haces dentro de una empresa.
Si hoy te encuentras desempleado, tienes que saber que buscar trabajo es hoy tu trabajo y es muy importante. Ten confianza en lo que sabes y tu experiencia, ponte objetivos claros y realistas, usa distintos canales de búsqueda y evita aislarte.
Este boletín fue elaborado por Raziel Alvear raziel@alvear.com.mx